martes, 13 de marzo de 2007

La batalla del olmo y la acacia


Robinia pseudoacacia

Ulmus minor

JOSEP MARIA Espinàs (El Periódico, 13/03/2007)

Me sucedió algo curioso. En el transcurso de un viaje a pie, llegué a un pueblo y en la entrada encontré un café que tenía delante una terraza con árboles. Había unas cuantas mesas y con el amigo Sebastià me senté ante una, a la sombra. Era verano.
Después de hacer algunas anotaciones en el bloc, pregunté al compañero de viaje qué árboles eran aquellos. Había un plátano, al fondo, y aunque mis conocimientos de botánica son muy escasos, me pareció que todos los demás podían ser acacias. Sebastià no lo veía claro.
Regreso a Barcelona, finalizado el viaje, empiezo a escribir el libro, y cuando el original ya está a punto para ser impreso no puedo evitar una duda. ¿Y si en la identificación de los árboles nos hubiésemos equivocado? Telefoneo al chico de la comarca que nos había ayudado a planificar la caminata y le pido que me lo confirme. Quizá también duda, porque va a preguntarlo al encargado del café, que sirve a los clientes bajo los árboles. "¿Qué tipo de árboles? No tengo ni idea". Entonces el chico se dirige al responsable de Medi Ambient y la respuesta es que ya sabe de qué árboles le está hablando, pero no puede decirle qué árboles son. Al fin, mi amigo logra encontrar al jardinero del pueblo. Parece que la respuesta tiene que ser de garantía, y con toda seguridad afirma que son olmos. De acuerdo.
Pero a los pocos días, una chica a la que he hablado de mis dudas telefonea a un amigo que tiene en el pueblo y aquel amigo le manda un e-mail en el que sentencia que él sabe muy bien que son acacias, y para que me quede más convencido lo escribe con mayúsculas: "¡ACACIAS!".
Espero que el lector comprenda mi desconcierto. Los que tienen aquellos árboles en su terraza no saben qué árboles son. Quién se ocupa de Medi Ambient, tampoco. Un jardinero afirma que son olmos. Unos vecinos proclaman que son acacias. Pienso que habría que hacer un referendo y la gente debería votar si son olmos o si son acacias. Seguramente habría muchos votos en blanco.
Los ciudadanos somos criticados, con razón, porque a menudo no sabemos identificar las plantas más corrientes. Pero el desconocimiento de lo que tenemos alrededor es compartido en todos los ámbitos y por la gente más diversa: no observamos el entorno. No solo el botánico: tampoco el cultural, el humano, el social... El problema de la indiferencia. Y un título de novela: El misterio de las acacias (o de los olmos).
Quizá es prudente que, en el libro, me limite a escribir "árboles".

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