viernes, 18 de mayo de 2007

Marabunta de noticias (novaĵoj plago)


Angélica Morales es "Irina", obra de Ubé en la
Sala de Exposiciones del Campus de Huesca.


Hay días en los que todo lo que tiene que pasar pasa. Y no de forma ordenada, no. Todo lo que tiene que pasar (incluso lo no previsto) se precipita hacia nosotros como si cayera de una pendiente del 20%. Lo principal, el susto de la operación de mi padre. Lo inesperado. La vida no programada. Menos mal que todo ha salido (así parece) bien. La precipitación de la noticia, el viaje relámpago, hospital, noche sin dormir, hace que ahora me encuentre en una especie de trance inexpresivo, un no sé qué, un qué sé yo. Mi depresión, que ya detectaba oficialmente como tal en los últimos días, se ha ido por la rendija de la puerta totalmente avergonzada. Somos así y no cambiaremos. Damos importancia a cosas que, analizadas, no merecen la pena. Pero la analítica y el ser humano parece que son cosas contraproducentes. Eso provoca en unos casos nuestra genialidad y en otros nuestra brutalidad. Somos así, señor marciano, perdónenos o extermínenos, pero esto es lo que hay.

Entre los bultos que ruedan descontrolados manchando el destino de este energúmeno había algunos vislumbrados con anterioridad. Ayer era el Día de Internet. Me pregunto si queda algún día en el año en el que no se celebre nada. Si fuera así lo celebrarían como el Día de la No Celebración, y ya no quedaría ninguno. ¿Qué se celebra el 29 de febrero? Podría ser el Día del Discernimiento (un saludo, Sr. Mameluko). Ese día se inauguraba la Sala de Exposiciones Virtual del Campus de Huesca en la que participo con una pequeña muestra de collages. Es curioso, seguiré llamándoles collages aunque haya cambiado las tijeras y la cola de pegar por el santo potochof. Es lo mismo. Los medios utilizados no dignifican a una obra de arte. Puede usted utilizar un bloque de mármol y no por ello ser Miguel Ángel. Puedo darle un hermoso lienzo de 2 x 3 m., y pinturrajear un bodegón que sin duda mejoraría la cola pintada de un elefante.

Ayer también, era el día de homenaje a José Antonio Román Ledo. Como el estado de mi padre era mejor pudimos ir a ver el acto y hoy regresaremos al hospital. Fue un acto muy emotivo, divertido (como el propio José Antonio) y concurrido. Participaron familiares (como su maravillosa esposa Elena), escritores y amigos. Hubo lectura de sus poemas y relatos. Su surrealismo y humor absurdo llegó a cumplirse hasta en una de ellas. Asistíamos Angélica Morales, Ricardo Vázquez Prada y el menda a la lectura de un relato en el que una afamada sexóloga habla de la masturbación y sus ventajas a un público compuesto en su mayoría por señoritas católicas de sesenta primaveras y monjas uniformadas; un relato sin duda jocoso y divertido pero que podría crear confusiones sacado de contexto, y delante de nosotros teníamos a... ¡una monja! y no de paisano, no, con su uniforme reglamentario y todo. No quiero pensar en su cara, si se le subiría el rubor a las mejillas o a otra parte de su cuerpo. Anécdotas aparte, el acto, repito, fue estupendo. Hubo actuaciones musicales como las del Grupo Montesolo, Ricardo Constante, etc., lectura de poemas por parte de la "primera actriz" del grupo Juglarías, emotivas palabras de Javier Aguirre, Antón Castro. Un poema casi sacado de los labios del propio Góngora por el propietario de "La Campana de los perdidos" (negro riguroso, escasas carnes, voz ronca de tabernero o capitán de los tercios, pierna inmovilizada como producto de una reyerta o guerra imaginaria), local que visitaba con frecuencia J.A. para ver actuaciones y ser él mismo una actuación... En fín, un homenaje sentido y una recomendación para leer sus obras. La última "Yogur Griego", publicada dos días antes de morir, es una verdadera joya. (editada por Certeza, dentro de la colección Cantela).

Me canso de teclear. Ya continuaré más tarde.

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