viernes, 1 de junio de 2007

Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band


Hoy, 1 de junio, se cumplen cuarenta años de la publicación del fabuloso disco de los cuatro fabulosos Beatles:

Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band


Todo se ha dicho, copiado y cantado sobre el album que en 1967 revolucionó el ya revolucionado mundo musical y artístico del momento. Por eso sólo diré lo que a mí me parece, ahorrándome adjetivos ya que el resto de discos de la banda de Liverpool me parecen tan buenos e interesantes como éste. Pero lo importante en él es el concepto de globalidad. Se entiende por primera vez como un todo (aunque la EMI no les dejó meter las canciones Penny Lane y Strawberry Fields como ellos deseaban). Usan el nombre de otra banda para "desmarcarse" de The Beatles, y dan rienda suelta a su imaginario musical con piezas de todo tipo: rock, clásica, cabaret y music hall, psicodelia... Recuerdo los veranos escuchándolos en mi viejo tocadiscos portátil, de esos en los que había que poner una peseta o un duro para evitar que la aguja saltase, oyendo los rasca-rasca de los surcos sucios y desgastados por el uso. Y recuerdo la primera vez que los oí en un equipo de verdad, limpios, transparentes, con el bajo por fin sonando rotundo, 200 watios a todo meter haciendo temblar a mis vecinos. Esa batería fantástica en el inicio de la segunda parte del tema que da título al álbum. Siempre destacaré "A day in the life", pero no me olvido de ninguna otra. Ringo está sublime (como nunca diría yo) recibiendo una pequeña ayuda de sus amigos. Recuerdo que ya entonces pensaba que un día Paul cumpliría los 64, como en la canción del disco. Lo que no pensaba es que lo pasaría tan solo con la compañía de Ringo (bye, bye John; bye, bye George), divorciado y con problemas económicos (relativos, claro), aunque como él mismo diría en el disco:
I have to admit it's getting better,
A little better all the time (can't get no worse)
I have to admit it's getting better,
It's getting better since you've been mine.
Y no digo nada de lo que me influyó la portade de Peter Blake. Ese "collage" a tamaño natural (arte conceptual, dicen los "entendidos") me señaló parte del camino. Empecé a recortar personas y colocarlas junto a otras, de forma estravagante, absurda y ¡surreal! Esa portada junto con los primeros libros sobre surrealismo cambiaron mi visión del mundo y su interpretación como artista.





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