jueves, 29 de noviembre de 2007

Limpiezas Rosa-Mary


(La Vanguardia, 3/11/2007)

El trabajo de conservación del Archivo Histórico Provincial de Salamanca fueron confiados a la empresa Limpiezas Rosa-Mary. Sus brigadas han recortado “a tijera” los bordes de antiquísimos protocolos notariales “para igualarlos” y se han cubierto con filme plástico los deteriorados.

Así figura en una denuncia presentada por una archivera de la institución. Lo reveló el diputado socialista Mario Bedera en un debate en el Congreso sobre la “unidad” del otro Archivo de Salamanca, “diezmado” por la “voracidad” de Catalunya.

Que se sepa, Limpiezas Rosa-Mary no ha trabajado allí.

lunes, 26 de noviembre de 2007

El abrazo de la lectura



FERNANDO FERNÁN GÓMEZ. EL PAÍS, 23/04/1994

El libro se abre ante nosotros como se abre de piernas la amante entregada y posesiva. Como abren los brazos para acogernos el amigo y el familiar.En mi prehistoria se abrieron para mí los brazos diminutos, débiles y sucios de los primeros cuentos de calleja. Ya entre ellos se observaban diferencias sociales. Los más baratos cabían en la palma de la mano, su letra era casi ilegible y tenían las mejillas manchadas de tiznones como de carbón o de tinta de escribir palotes, curvas y garrotes. No parecían pensados para que los leyeran los niños, sino las abuelitas, desojándose, al borde de la cuna. En cambio, los más caros, en octavo, se leían con facilidad y tenían letras de oro en la portada.

Vinieron después los libros de aventuras. Cuando aún no se ha llegado a la adolescencia, cuando aún no nos han amaestrado y no nos han inyectado en el cerebro la suficiente cantidad de resignación, nos asombra dolorosamente la monotonía de la existencia. ¿Cómo es posible -se pregunta el niño-, haber pasado ocho años padeciendo esta sórdida repitición cotidiana?. Los libros de aventuras, con su mentira piadosa, le abren las puertas de la esperanza.
Los libros escondidos. Los libros secretos. Hay que tenerlos debajo de los libros de texto. Leerlos cuando no nos ven nuestros mayores o los profesores, en el colegio. Son libros de aventuras, novelas folletinescas, policiacas. Y muy pocos anos después -no años, meses-, novelas pornográficas. Qué inefable placer me proporcionan esas lecturas. Aldous Huxley dijo: "una orgía real nunca excita tanto como un libro pornográfico". Y con esto no intento sugerir a nadie que abandone las orgías.
Pero también el libro tiene enemigos entre los de su propia especie. En mi caso personal, fueron los libros de texto del bachillerato. Qué repulsión, qué aversión me inspiraron. Odio al libro, odio a la lectura, odio al conocimiento. Por fortuna, había en Madrid muchísimos puestecillos callejeros en los que vendían a mitad de precio noveluchas de segunda mano, o de tercera o cuarta, sobadas y requetesobadas, noveluchas de aventuras, policiacas y también verdes. Aquellos puestecillos hicieron que se conservara vivo mi amor al libro, que los catedráticos escritores habrían conseguido asesinar. En la guerra de libros -como no puede ocurrir en las guerras de verdad-, ganaron los pobres.
Aparecieron después los que algunos consideran enemigos del libro: el cine, la radio, la televisión... son, es cierto, otros medios de difusión de la poesía, y también de la música y de las artes plásticas. Pero, aunque enemigos en cierto aspecto, es dificil que derroten al libro, ni creo que pongan en ello interés, El libro les lleva la ventaja de la corporeidad, de la cercanía. El libro lo tengo, lo poseo, puedo incluso darle achares, no mirarlo, no leerlo y, sin embargo, conservarlo. No es efímero. Puedo también tenerlo en las manos, acariciarle el lomo como a un perro amigo, hojearlo, sobarlo, puedo besar algunos de sus renglones si me han conmovido. Tanto si es un libro lujoso, encuadernado en suave piel, como si es un libro popular, de los que se doblan y se pliegan sumisos para ser leidos en la cama, con los que uno puede acostarse sin muchas dificultades ( ... )
Echo una mirada a la biblioteca. Cuántos libros en ella que ha devorado el olvido. Y cuántos que ya no podré leer. Quiero decirles a esos libros que no leeré nunca, que no se sientan despreciados. Sí sé que no los leeré es porque estoy en esa edad en la que al tiempo se le ve volar como a un gorrión asustado, en la que se nos escapa como agua en un cesto, en la que huye como algunos queridos recuerdos. Pero al decir adiós, que un libro me abra sus brazos y repose sobre mi pecho.

Fernando Fernán Gómez en su discurso
de ingreso en la Real Academia

domingo, 25 de noviembre de 2007

Calle, calle





Tengo un tanto descuidada la sección de toponimia hispana pero antes de regresar a ella, me detengo un momento en otra de mis aficiones (lo sé, soy otro coleccionista como hay miles, pero tampoco hay nada nuevo bajo el sol todos los días y siempre es diferente, leñe). Mi afición es buscar nombres de calles que sean curiosos, románticos, sugerentes, sorpresivos... y Leuret, digo, Teruel tiene gran cantidad de ellos. Voy a sacar algunos en este apunte. Calle de las Cuevas del Siete, Cuesta de La Mona, Calle Los Baches, Calle de la Amargura (aquí sí que se puede decir eso de que "me llevas por la calle de la amargura"), Calle Caracol, Comadre (antes Calle de la Argolla), Mosen Peras, Cuervo (antes Calle del Juego del Cuervo ¿?), Callejón del gato, Paseo del Óvalo, Eras del Capitán, Calle de la Marmota, Calle de las Ollerías del Calvario, Calle de la Taberna, Calle del Rincón, Calle de la Parra, y cómo no, la Plaza del Torico...
La mía no es muy original, ya que está dedicada a un santo (San Benito) aunque sí que produce curiosas coincidencias ya que San Benito es el patrono de los bibliotecarios y el menda y su hermana son de este gremio. Cosas curiosas que pasan. Esta calle se llamaba antes del siglo XVIII Calle del Arbellón (colector de aguas) de los monjes de piedra. No es que los monjes fueran de material pétreo, o que se hubieran quedado así al beber de la fuente una mañana de enero turolense (-10 grados, habitualmente), sino porque había un pequeño grupo de monjes del Monasterio de Piedra (Zaragoza) que vivía en estas calles.
Otra cosa interesante de las calles de Teruel es que, pese a la dureza de la guerra civil y de la posterior dictadura franquista, muchas conservaron el nombre de republicanos ilustres de la ciudad, una de las más activas en cuanto al republicanismo durante el siglo XIX. Todo fue sin duda gracias a la figura (hoy casi olvidada) del gran Víctor Pruneda, que fue despojado de su calle (actualmente Ronda de Ambeles) hasta que hoy se le ha "concedido" una pequeña calle junto al Instituto. Pero otros republicanos permanecieron (aunque hoy la mayoría de los turolenses, desconocedores de su historia, han olvidado que tienen esa calle precisamente por su lucha por la libertad y la república en el ya lejanísimo siglo XIX: Miguel Ibáñez, Joaquín Arnau, Mariano Muñoz Nougues, Tomás Nougues...

viernes, 23 de noviembre de 2007

Escultura del Papa Luna en Peñíscola





Diario LAS PROVINCIAS, 23/11/2007.

La obra realizada por el escultor bilbaíno Sergio Blanco (cantante de Mocedades, Sergio y Estíbaliz) reclama la recuperación histórica de la memoria del pontífice.


El Papa Luna recibe desde ayer a los visitantes a las puertas de su castillo de Peñíscola. Una monumental escultura de 700 kilos de peso, realizada en bronce, obra del escultor Sergio Blanco, ha quedado instalada a los pies de la fortaleza para reclamar la recuperación histórica de la memoria del pontífice.

Durante toda la jornada de ayer, numerosos turistas se apresuraron a retratarse junto al pontífice aprovechando su estancia en la ciudad. Las proporciones de la representación del Papa Luna, que pasó sus últimos días en la sede pontificia de la Ciudad en el Mar, suman 180 centímetros de altura y 190 de longitud, para los que se han utilizado 700 kilos de bronce.

El autor de la obra, Sergio Blanco, aseguró ayer durante el acto de inauguración del monumento, que ha vivido "un poco asustado todo el proceso, porque es una gran responsabilidad representar al Papa Luna". La inauguración de la escultura se ha producido dentro de los actos que conmemoran el 700 aniversario del castillo de Peñíscola.

El escultor explicó que ha querido plasmar en su rostro su "profundo" poder de convicción. "Tenía que hacer un rostro con un tremendo carácter y que mostrara la preocupación que, por motivos obvios, estaba sufriendo cuando vivía aquí".



Y es que la escultura del pontífice es un homenaje a los difíciles años que le tocó presidir en la historia de la Iglesia Católica y que coincidieron con su residencia en el castillo de Peñíscola. En pleno Cisma de Occidente y abandonado por todos, se trasladó a la fortaleza, que declaró sede papal, y en la que vivió hasta su muerte, en 1424.

"Los gestos de sus manos también pretenden reflejar la tensión del momento", añadió Blanco. "Así, la izquierda aparece crispada agarrando la casulla, pero la derecha intenta apaciguar y acoger a los que le rodean", apuntó.

La iconografía de la figura ha sido uno de los escollos con los que el escultor bilbaíno ha tenido que lidiar a la hora de modelar la escultura. "La tiara cónica de san Silvestre con la que se coronaba a los papas desapareció en un robo en el Vaticano y sólo se conservan algunas representaciones y descripciones de ella", explicó el autor. "La forma cónica podría llegar a satirizar la imagen y que pareciera David el Gnomo, situación que he resuelto dando una pequeña curvatura al modelado", concluyó.

Pero más allá del mero acto institucional de inauguración de la escultura, el evento se convirtió en una nueva excusa para reclamar la recuperación histórica de la memoria de la figura de Pedro de Luna.


La figura olvidada
Andrés Martínez, alcalde del municipio, y el presidente de la Diputación de Castellón, hicieron ayer un alegato acerca de la importancia del personaje durante su discurso oficial. De hecho, Carlos Fabra auguró "largas colas para recibir la bendición alegórica del emblemático pontífice".

El proyecto de la escultura del papa Luna nació durante una exposición que el escultor bilbaíno realizó en las salas del castillo hace algún tiempo. En aquella ocasión presentó el boceto que ha servido para representar a una de las figuras más emblemáticas de la historia de Peñíscola, pero también la más olvidada de la historia de la Iglesia Católica.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Fernando Fernán Gómez

Acabo de enterarme de la triste noticia: Ha fallecido el genial Fernando Fernán Gómez. Poco puedo añadir a lo que cientos de publicaciones hagan en los próximos días. Mi pequeño homenaje con el comienzo de su genial "El extraño viaje", algunos fragmentos y carteles de películas de ese hombre inolvidable.

El extraño viaje (1964)
La lengua de las mariposas (1999)
El malvado Carabel (1956)
El abuelo (1998)





martes, 20 de noviembre de 2007

Por fin llueve (2)


"Ilusiones", obra de Ubé

(Segunda parte de la historia del cartero con pata de palo. Fíjense en lo profundo del texto, sin ahogarse)

Luis Mariano llegó jadeante a casa. Seguía lloviendo y sólo se oía el chasquido de las gotas al caer, como pequeños gritos de paracaidistas acuíferos. Tambíen se escuchaba el ruido de la vieja nevera, el motor de una gigantesca nave espacial en cuya cúpula acristalada se encerraba nuestro cartero. Y, cómo no, el ruido de camiones y coches en la lejana carretera. No se oía nada más, tal vez rechinaban sus pensamientos al moverse en una mente abarrotada de absurdeces. El silencio total es ensordecedor. No podía hacer otra cosa sino contemplar su última adquisición mientras secaba con el aliento su pata de palo. ¿Para qué demonios quiero la Academia de Aristóteles? ¿Existió realmente o es un invento de los grandes almacenes en los que se distribuyó el ejemplar que ahora contemplan sus ojos de pez? Sonríe mientras saca con delicadeza de cirujano unas tijeras marca La Palmera. Su mente salta de neurona en neurona. Una de ellas le dice que quiere ver el cielo amarillo, las nubes azules, ver humanos completamente rojos y la tierra del negro más negro azabache. Corta la primera pieza, algo que puede parecer un tejado o una falda escocesa. Otra neurona le asalta de nuevo: ¡He tenido una idea superior! Dos más dos es igual a cuatro aunque cambiemos de lugar al primer dos tras el otro. Pero siempre acabarán igual: le tirará las cáscaras de pipas en el cogote. Una hora para la pared de la izquierda. Diez minutos para la de la derecha (siempre son más sencillas las cosas de la derecha). Aspira un rato el tubo de pegamento imedio y se siente como aquel chiquillo que jamás podía terminar ningún ejercicio del libro de "Manos Hábiles" en el colegio. Todo se está volviendo oscuro, como su futuro, como su miedo. Un estrambótico templo griego con trozos de pegamento cristalino va surgiendo como por arte de magia. Hay algo extraño en él. Quizás sea donde se encuentran sus ilusiones perdidas. O simplemente donde están las perdidas de Atenas. Empieza a pensar también en sus amigos, unos estúpidos y otros estupendos, y le asaltan las dudas porque ambas empiezan por las mismas sílabas y no sabe qué partido tomar. El mejor, sin duda, el partido por la mitad.

Ha terminado la Academia. Se oyen voces en su interior pero han quedado atrapadas por la fuerza del pegamento imedio. La realidad es ahora como ese pegamento. Ha vuelto a encerrar sus fantasías con sus propias manos. Ya no hay ilusión y su pata de palo se está quedando fría como el pie de san Pedro, ni más ni menos, ni menos ni más. Luis Mariano volvió a pensar que seria bueno retomar la idea de escribir sus memorias, un precioso tomo en tapa dura de 900 páginas todas ellas en blanco. Pero le fatiga iniciar nuevos proyectos. Prefiere ver de nuevo caer la lluvia y notar que el río se vuelve sospechosamente rojo, como si se atragantara, y las montañas siguen ganduleándo y echándose la siesta permanente. Nada que hacer. Mañana termina la baja y debe regresar a la Estafeta. Han adaptado su máquina matasellos para que la utilize con su pata de palo o con su cabeza, pues ambas pueden ejercer el mismo papel en la cadena de montaje postal.

Tenazas, el perro con mordiente, olfatea la academia como cristiano con bula de Constantino. En menos de un canto rodado acaba con la Academia, con Aristóteles y con el paragüero que estaba junto a ellos. Luisma asiste al espectáculo sin emoción. Siente en sus venas penetrar una extraña disipación agustiniana en Cartago. "¡A buenas horas!", piensa. Todo regresa a la cotidiana monstruosidad de la cotidianidad. El iluso ilusionado se desvanece.

Ya no llueve. No va a llover más.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Por fin llueve


"Deseos", obra de Ubé.

He regresado a Leuret con el pensamiento, el único transporte que, de momento, no necesita un ministerio de fomento para su funcionamiento. Y en Leuret llueve. Hace un magnífico día de lluvia, lluvia suave pero intensa, penetrante y extrañamente húmeda. El cielo encapotado, justamente sobre la capota de un mini con matrícula de Zamora; la estela de agua despedida por los melancólicos camiones, el humo vacilón de las chimeneas (ahora me voy por aquí; no, mejor por el otro lado, ¡qué dices, loca! de eso nada, vamos abajo a atufarles la casa), y las viejas paredes de las casas vecinas están aburridas porque hoy no van a salir los niños a jugar al patio. Alguna incluso me mira con mala cara. Todo esto me recuerda la historia de aquel tipo, el empleado de correos con pata de palo.



Luis Mariano Felipe de Angoitia y Susundegui era un cartero como otro cualquiera. Incluso tenía gorra como otro cartero cualquiera. Se aburría enormemente viendo pasar las cartas ante sus ojos y la curiosidad le corroía hasta el punto de perder un pie un mes de noviembre, como éste. Tuvo que pasar varias semanas de baja por incapacidad laboral ya que en esa oficina mataban los sellos con los pies, algo sin duda muy elegante y propio de épocas pretéritas. Si ya se aburría en la oficina, en casa las cosas iban de mal en peor. Su mujer, nacida en Treviño, era bruta, bruta, bruta. Se lo juro, oiga. Era bruta hasta el punto de reclamar el resto de la provincia de Álava para dicho condado y freír huevos en la olla exprés. Sus relaciones eran bastante frías, más aún desde que se separaron "civilizadamente", dividieron la casa y ella se quedó con los radiadores. Los otros miembros de la familia, si podemos llamarlos así, no aparecían jamás por casa salvo para cobrar la semana y desvalijar el frigorífico.
Luis Mariano se desesperaba y buscaba alguna ilusión en su vida. Todas las mañanas, linterna en ristre, buscaba bajo los sillones, bajo la cama, detrás de la televisión, pero allí no había ni rastro de ilusiones perdidas ni reparadoras; si acaso se topaba con Tenazas, el perro de su mujer, que siempre demostraba su cariño con un buen mordisco en la entrepierna.
Luisma salió a la calle aquella mañana de otoño frío y lluvioso (como hoy), preocupado y pensativo. Su pata de palo causaba admiración en los transeuntes pero eso no le importaba. Embutido en sus pensamientos (tengo hambre, disculpen el término gastronómico), no se dió cuenta de que estaba frente a la puerta de una extraña tienda de aspecto siniestro y con bastante polvo en el escaparate. Vamos, frente a una tienda de las de toda la vida. Aquel establecimiento se llamaba "El rastro" y la regentaba un antiguo doblador de indios que había servido de guía en el Séptimo de Caballería en aquellos años en que dicho regimiento fue destinado a hacer películas en Almería, incluidos los caballos nacidos en 1895. Los ojos de Luis Mariano se iluminaron y pudieron distinguir en la oscuridad del almacén un libro entitulado: "Recortables de papel. Volumen Uno. Edificios de la Antigüedad. La Academia de Aristóteles. Visite las Islas Canarias...", uy, perdón, eso era del folleto que había al lado. Avanzó como un zombi hacia el ejemplar, matando del susto al dependiente y a una señora que estaba empeñando unos pendientes de la guerra del 14. Sin inmutarse cogió el libro y salió tan rápido como se lo permitió su pierna buena. Después tuvo que volver para recoger la de madera que se había quedado en la tienda ligando con una pata de una mesa Luis XVI. Atravesó la calle sin fijarse en nada ni en nadie y llegó a casa con el convencimiento de que algo extraordinario iba a ocurrir...

Pero eso tendremos que dejarlo para otro día.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Estúpida raza humana


"Sueños al vapor", obra de Ubé para la portada
de la obra de teatro del mismo título de Angélica Morales


La raza humana está repletita repletita de actos estúpidos. También, no lo neguemos, de genialidades, pero las estupideces pasan tan inadvertidas y hacen tanto daño que hay que nombrarlas de cuando en cuando. Ayer, en un nuevo acto de concienciación por el desastre del cambio climático (aclaremos: cambio a peor para los que vivimos bien en el actual ecosistema), hubo una petición de apagón general de 5 minutos para tomar conciencia de uno de los mayores problemas que tiene la Humanidad en este momento. 5 minutos que pocos siguieron porque asomado al balcón ví que todas las luces seguían encendidas: escaparates, gente viendo la tele en sus casas con la luz del salón a tope, agresivas cruces luminotécnicas de farmacias... Este es otro tema que trataré cuando tenga otro rato: ¿por qué últimamente las farmacias cuentan con esas cruces de violentos colores que se apagan y se encienden sin recato y que dañan la retina al instante? ¿Hay una confabulación con las ópticas para sacar beneficios inmediatos en visitas a éstas y compra de colirios en aquellas? En fin, regreso a la estupidez del día. 5 minutos de apagón concienciado, mientras que en ese mismo día leía en los periódicos la inmensa barbaridad de bombillas, bombillitas y bombillotas que se van a encender por merca-navidad en las calles de las ciudades, pueblos y hasta aldeas españolas a partir de... ¡ya! No se esperan ni a la lotería. En noviembre, ya es navidad, señora. Compre, compre lo que sea antes de que se agote.

Cada vez me gusta menos vivir en un mundo tan mercantilizado e hipócrita como éste. Alguno dirá: "Es que si no no parece que sea navidad" No se preocupe, dentro de poco ni parecerá navidad ni todos los santos, no nos quedará nada con que encender las maltidas bombillas, bombillitas y bombillotas de los coj... de los cataplines. Pura hipocresía y estupidez humana (sí, somos humanos, demasiado humanos). Algo parecido a cuando esa dentadura andante que es Ana Botella presentó su programa de asistencia social para Madrid en el "Ritz".

Y mientras la ciudadanía sigue con su ajetreo habitual, cargados de bolsas con cosas en su mayoría inútiles, cargados de mal humor, cargados de deudas, pero sin descargar la ira en los que de verdad están descargados: Los poderosos del dinero, pero ya se sabe que "poderoso caballero es don dinero"

jueves, 15 de noviembre de 2007

Por la lectura


Por JOSÉ LUIS SAMPEDRO (escritor)

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus "clientes" éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.

Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y veces también ellas quedaban prendadas.

Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.



Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo. Me quedo confuso y no entiendo nada.

En la vida corriente el que paga una suma es porque:

a) obtiene algo a cambio.

b) es objeto de una sanción.

Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación? ¿Acaso dejaron de cobrar por el libro vendido? ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas? ¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos?

No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.

Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autorcargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!


Pasarlo para correr la voz. Por el placer de la lectura.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sin palabras


De momento estoy sin palabras, sin ideas, sin ganas... Espero que poco a poco recuperemos la sonrisa.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Lluvia


(pulsa en la imagen si quieres ver caer la lluvia. Cuesta un poco pero después merece la pena.
La foto es de "Escanero" SFT, y la lluvia es un truco de potochof añadido por el menda)


Que llueva, que llueva,
la virgen de la cueva,
los pajaritos cantan,
las nubes se levantan,
¡que sí!
¡que no!
que caiga un chaparrón,
con azúcar y turrón,
que rompa los cristales de la estación,
y los tuyos sí, y los míos no.

viernes, 2 de noviembre de 2007

El cadáver


"El cadáver", collage de Ubé.

Le cerró los ojos y le vistió con su mejor traje, después se fue a la cocina dejándolo solo, para prepararse algo de comer. La última frase que le dijo fue “quiero que te vayas de aquí”. Antonio era un hombre obediente, así que dando un largo y hondo suspiro se marchó de la casa de la calle del consuelo dejando su cadáver de hombre complaciente. Cuando regresó al salón le susurró al oído: “Quiero que te quedes”. Han pasado dos años. Antonio continúa allí, quietecito en el sofá con su traje de domingo. Ya no hay muertos que se quedan.
(Angélica Morales)


jueves, 1 de noviembre de 2007

Escritores difuntos: ¡FUNTOS!

Voy de la mano de María Frisa en este pequeño paseo por varias tumbas de escritores, siguiendo su relato "Los cinco sentidos" (Uno mismo y lo inesperado, Diputación Provincial de Zaragoza, 2007. XXI Premio de Narrativa Santa Isabel de Aragón, reina de Portugal).

Primera parada, la tumba de Edgar Allan Poe, en Baltimore (Old Westminster Burial Ground):
"La noche propiciaba el allanamiento del cementerio y al pie de la reja de entrada hallé el túmulo de mármol blanco: un ancho pilar cuadrado de altura superior a la de un hombre medio, con una cornisa a guisa de ridículo sombrero y debajo la efigie en negro del escritor."



Pista para llegar a la siguiente etapa: "Aquí yace un poeta cuyo nombre fue escrito en el agua". Es fácil, es el famoso epitafio del poeta romántico John Keats, muerto de tubercolosis en 1821 y sepultado en el "cimiterio acattolico" de Roma.
"La tumba de Keats, más sencilla que la de Poe, es una lápida que se eleva sobre un lecho verde hasta alcanzar el metro y medio; contigua hay otra lápida gemela bajo la que se guardan los restos de su amigo y poeta Joseph Severn, ambas cercadas en su perímetro por un pequeño cuadrado de cemento cuajado de plantas y flores".



Pista nº 3: "Siendo el mundo tan fútil, ¿qué alternativa hay al suicidio?". En este caso llegamos a un pueblecito del sur de Francia, Lourmarin, "un destartalado cementerio de anchos caminos de tierra y cipreses... un pequeño montículo, de una tumba tan concisa que unos cantos húmedos en la tierra marcaban sus confines; sobre ella crecían unas cintas y unas plantas oleaginosas, y clavada en el suelo una simple lápida cuadrada de piedra con el nombre del difunto y las fechas 1913-1960". Es la tumba de Albert Camus.



Nueva pista para un nuevo viaje:
"Horrorizado por la luz del día, trabajaba, según Borges, con las persianas bajas.
Patéticamente feo y solitario, de niño le gustaba escuchr a las hadas del bosque.
Loaremos su nacimiento".
La autora nos revela que es un acróstico con el nombre del escritor: HPL: Howard Phillips Lovecraft. La visita es en el Swan Point Cementery, de Providence. "Una tumba sencilla como la de Camus, pero con un epitafio: "Yo soy Providence".":



Finalizamos el viaje "en lo alto de la isla del Grand Bé, enfrente de Saint-Malo, "por my entendre que la mer et le vent"; la tumba sobre la que Sartre, ante los ojos impávidos de Simone de Beauvoir, había orinado para mostrar su desprecio. La meada de Sartre no era nueva, las Memorias de Ultratumba del difunto fueron denostadas en su día por la derecha reaccionaria como una obra peligrosamente liberal". Es la tumba de Chateaubriand.

Botijos del mes de octubre de 2007

El señor botijo nos muestra su arte del mes de octubre de 2007: