viernes, 18 de julio de 2008

Recuerdos de las últimas fiestas

No lo puedo evitar. Me lo he pasado tan bien rebien, que os pongo unas fotos (las pocas que se salvaron de la cámara de usar y tirar que utilizamos), para que mi propio ego no se piense que lo tengo olvidado en el desván (lo que es verdad). Ya sé que son fotos particulares, pero particularmente, me gusta verlas en la red, ea.


El señor Ubé en una terraza de la plaza del Torico,
calentando motores el viernes previo a Vaquillas.


Angélica Morales, la gran escritora, y el señor Ubé,
posando para la posteridad y pensando nuevas maldades para su asesina enana.
Viernes noche, un día antes del día D.


Una nueva potita estampa de Angélica Morales y el señor Ubé. Ya estamos en la matiné del sábado. Vamos, la hora del vermú. Todo preparado para el inicio de las fiestas unas horas después. Es sábado. El día D ha llegado.


Uniformados y dispuestos a todo. Como ven el señor Ubé se ha calzado (pues su cabeza es como un pie grande, un pie de imprenta, vaya) un sombrero protector ante lo que se avecinaba minutos después. Observen lo limpios que vamos antes de entrar en batalla.


Y después de la batalla (la puesta del pañuelico al Torico) ya no queda sino seguir bebiendo, digo, entablando conversación con amigos y familia (aquí con mi hermano & family)


Sábado tarde. Con Javier en la plaza de San Juan.


Con los amigos de Yupi, en este caso, un afamado arquitecto, aunque no lo parezca. Ha perdido los planos, los niveles, la cartera y a su mujer, que está departiendo amigablemente con Angélica Morales y un repartidor de San Miguel. Obsérvese que la camiseta ya no está tan limpia como dos horas antes.



Desde el punto de vista científico, éste es un espéciemen en extinción. Y mira que lo dice veces: "Que me extingo, que me extingo..." Y nada, ellos a lo suyo. Venga a beber cubatas de Larios, calimocho del ocho, y croquetas de jamón. Carlos, trompetista profesional y con el oído atrofiado, nos deleitó la mañana del domingo con su peculiar sentido de la fiesta. Luego también nos invitó a unas cañas.


Mi sobrina haciendo sus primeros pinitos del oro, o de platino si se tercia, en mi compañía y la de su santa tía, la asesina de la asesina enana, que inmortalizó este bonito momento en el que acabábamos de engullir pato al melocotón con vino de no se sabe dónde. Es la última foto de la cámara. No hubo suerte para el lunes vaquillero, día grande por excelencia. Y yo me pregunto: Y todo esto ¿A dónde irá a parar? (eso dijo la niña -Victoria- cuando se le cayó el pastel en el pie de una maruja centenaria).

Al año que viene más y espero que mejor.


1 comentario:

  1. el hombre de la playa22 de julio de 2008, 17:36

    Que bien te lo pasas Sr. Ubé, eso está bien. Ya veo la marcha que hay en Teruel, habrá que verla "in situ".
    Felices vacaciones.

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