viernes, 26 de agosto de 2011

"Lo contrario al amor", estreno de la película


Hoy se estrena en España el primer largo de Vicente Villanueva: Lo contrario al amor. Mañana iremos a verla y os contaremos. De momento os dejo una entrevista que hace unos pocos días le hicieron a Vicente. Ah, y no os perdáis la película ;-)



ALFONS GARCÍA | VALENCIA

El director valenciano toma aire a la espera de lo que se le viene encima la semana próxima. Lo contrario al amor se estrena el viernes y horas antes hay que dejarse la piel en la promoción. Villanueva dejó Valencia hace quince años para estudiar cine en Madrid y allí ha hecho su carrera. Hasta hace poco, era uno de los directores de cortos más reconocidos. Ahora, asegura estar "flipando" por los medios y la promoción de su primer largometraje.

-¿Lleva con orgullo dirigir una película con etiqueta de comercial?

-Con mucho orgullo, porque es comercial pero es la película que he querido hacer y es también muy personal.

-Comercial y personal... ¿Eso se puede conjugar?

-Yo creo que sí, porque hablo de lo que quiero y le he dado el envoltorio que quería para hacerla atractiva.

-¿Es la película que hubiera hecho de tener unos millones para invertir?

-Pues no lo sé. Hacer cortos me era lo más cómodo y he tardado en hacer la primera película. Quería esperar a dar el salto cuando se dieran las circunstancias adecuadas. No sé si es la que yo hubiera hecho como primera película, porque de hecho fue una propuesta a raíz del corto Heterosexuales y casados -hacer una comedia romántica que hablara de las relaciones hoy en día-, pero a partir de ahí he hecho la película que quería.

-Si tuviera que relacionarla con algún filme para dar pistas sobre de qué va, ¿qué diría?

-He tomado referencia de muchas cosas. Con los actores he hablado mucho de Woody Allen y de la comedia romántica americana moderna, pero es también muy española, porque los protagonistas son muy de aquí.

-¿Cómo se siente uno al dirigir con presupuesto?

-Estupendo, porque he podido trabajar con todas las herramientas que pedía. Quizá sea un privilegio que nunca más se vuelva a repetir. Al parar me estoy dando cuenta de lo que he tenido. Y en un año en el que se rueda poco...

-¿Pasar de los cortos a un proyecto para masas es un triple mortal que asusta?

-Como no se me ha planteado así... He trabajado igual que en los cortos, sólo que con más tiempo y medios, pero lo fundamental para mí es el trabajo con los actores y eso no cambia. He ensayado más, pero no me he sentido intimidado. Además, que tampoco es tan grande. Es una película muy sencilla, muy de personajes.

-¿Cambiaría media docena de buenas críticas por tener la mejor taquilla del año?

-Sí, si, claro que sí. Sería genial tener una gran taquilla, porque podría hacer otra película y conquistar con esa a los críticos.

-¿El desamor es lo contrario al amor?

-No va por ahí. El título encierra un enigma, pero realmente lo contrario al amor es la manera errónea de entender las relaciones. Es cuando nos enamoramos y lo hacemos fatal. La película habla de esas distintas etapas: al principio lo aceptas todo, pero en el momento que se decide que somos pareja llega la gran maldición, porque intentamos adaptar y cambiar al otro. Eso es lo contrario al amor y es algo que se da en todas las relaciones.

-¿El amor de verano tampoco es lo contrario al amor?

-Al revés. Está muy bien, porque es solo la primera parte y se queda ahí. El problema es cuando se convierte en algo serio y pasa a ser una putada.

-¿Se ha enamorado de Adriana Ugarte siguiendo el ejemplo de Hitchcock con sus actrices?

-Es que es la bomba. Eso sí que ha sido un choque: tener el reparto que yo quería, porque pensaba desde el principio en ella y Hugo Silva. Quería una película con estrellas, a lo Hollywood, con actores guapos y además buenos. Adriana es para mí la mejor actriz de su generación, no sólo por la fotogenia, sino por la verdad y la magia que tiene su trabajo.

-¿Quería también actores televisivos para captar público?

-Claro. Quería actores conocidos que sirvieran de reclamo para la peli. Pero es que son muy buenos actores. Se tiene un cierto prejuicio hacia los actores de la televisión, pero en Estados Unidos hay muchos que trabajan en tele y luego pasan al cine de manera lógica. Es un prejuicio muy absurdo. El producto puede ser comercial, pero es que todos queremos que las películas sean comerciales. Lo bueno es sorprender, que la película sea lo contrario de lo que parece: piensas que es una comedia para jóvenes y luego te das cuenta de que no es ninguna tontería. Claro que esto lo digo yo, que soy el padre. A ver qué dicen los otros.

-¿Es posible hacer cine de autor aún en España o ha pasado a la historia con la crisis?

-El cine español tenía que estar antes envuelto de esa aureola de cine de autor. Ahora sigue habiendo quienes hacen cosas más arriesgadas, pero todo va tan rápido que no sé qué decir. Yo siento que he hecho una película muy personal. Como en Midnight in Paris, siempre tenemos la sensación de que el tiempo pasado fue mejor, pero no. Dentro de unos años veremos que siempre va a haber cine de autor, igual que siempre lo va a haber comercial.

-¿Cómo es su vida ahora que ya es alguien en este mercado?

-Vivo en Madrid desde hace quince años, aquí he hecho todos mis cortos y mi vida no ha cambiado. He rodado, he terminado la película y ya está casi en cartel. Ha ido tan rápido que aún no sé en qué ha cambiado mi vida. Incluso no sé si voy a seguir rodando películas. Dependerá del éxito de ésta. Hay tantos directores que hacen una y se quedan ahí... Si no puedo, seguiré haciendo cortos. No tengo problema.

lunes, 22 de agosto de 2011

Mr Blue Sky transmitiendo buenas sensaciones en Cork City, Irlanda


Éste "FLASHMOB" tuvo lugar en Patrick Street, Cork City (Irlanda), el sábado 14 de noviembre de 2009 en ayuda para la Campaña Nacional de las Artes y en el participaron, como se puede apreciar en el vídeo, cientos de personas.
Un "FLASHMOB"; traducido literalmente de inglés como «multitud instantánea» (flash: destello, ráfaga; mob: multitud), es una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente.
Suelen convocarse a través de los medios telemáticos (móviles e Internet) y en la mayor parte de los casos, no tienen ningún fin más que el entretenimiento, pero pueden convocarse también con fines políticos o reivindicativos. Una de las particularidades de estas «tribus temporales» es que no requieren contar con el apoyo de los mass media para comunicarse, coordinarse y actuar de manera conjunta, ya que su comunicación funciona a través de redes sociales virtuales. Se trata de individuos que, apoyados por las tecnologías de comunicación, difunden mensajes a sus redes sociales de amigos y conocidos, los cuales hacen lo mismo hasta construir una gran cadena de comunicación que es capaz de movilizar a miles de personas. En estos mensajes se informa el día, lugar y hora exacta del encuentro. Ya que los flashmob pueden durar apenas unos minutos, se requiere que todos los participantes sincronicen sus relojes bajo una hora oficial. Otra particularidad de este fenómeno es que a los convocados no siempre se les informa sobre el tipo de movilización que se realizará, ya que eso se comunica en el mismo lugar de encuentro (o en un bar cercano a donde se hará la manifestación).
(via: ELO España )

miércoles, 17 de agosto de 2011

viernes, 5 de agosto de 2011

En la mesa


Confieso que no soy un tipo muy civilizado (civilizado según mi propio argot) a la hora de las comidas. Tampoco cambio mucho a la hora de las cenas. Saber comportarse en una mesa (no sexualmente, en ese aspecto prefiero la cama por su comodidad) es una de mis aspiraciones frustradas. Conseguir ser un verdadero gentleman, un dandy de cuidado y no equivocarme con los cubiertos sería la segunda cosa que haría después de ser millonario. La primera es privada (es decir, es algo que me está privado, ¿comprenden el tonto juego de palabras?. 

Mi afán observador me juega malas pasadas. Aún hoy, lo confieso, siento vergüenza cuando veo las marcas de grasa dejadas por los labios en el borde del vaso, sobre todo llegando ya al segundo plato, momento en el que menos se usa ya la servilleta (al principio se usa por cumplido, por enseñar los gemelos, las pulseras, abalorios varios...). Qué desagradable es ver a alguien que, sin darse él mismo cuenta, se lleva la servilleta a la nariz para sonarse, disimulando después restregándosela por los morros, uniendo en una misma matriz restos de angula con viscosidades varias. También deploro los trasvases de elementos alimenticios entre los platos inocentes de los comensales. La impresión que tengo es que la comida que ha caído en un plato inmediatamente se identifica con él y se diferencia substancialmente de los demás. Lo que tenemos enfrente, ya sea una sopa, una ensalada o unos huevos fritos, pasan a ser infinitamente mejores que lo de los demás; excepto cuando no nos gusta. Entonces se pueden producir dos casos (o tres, según se cuente por la izquierda):

a) Que todos tengan la misma opinión negativa del plato, lo cual implica dos nuevas posibilidades: que todos maldisfruten del plato pero no se atrevan a comentarlo entre sus vecinos de mesa, con lo cual volvemos a la teoría antes mencionada aunque en el caso inverso: nuestro plato pasa a ser el peor de todos y hemos sido objeto de un desagradable complot contra nuestra persona. Y la segunda, que todos los comensales manifiesten su contrariedad por la poca calidad de las viandas, ya sea emitiendo sonidos guturales, poniendo mala cara, hablando pacíficamente o, simplemente, degollando al cocinero/a.

b) Que sólo nosotros opinemos negativamente chocando con la opinión de los demás que, irremediablemente se traduce por un “No sabes lo que te pierdes”, o, “Este chico no sabe comer” o también la ya famosa: “Si hubieras pasado el hambre que yo pasé en la guerra...” Frases convencionales que agravan más si cabe nuestro disgusto por la comida. Normalmente un plato así suele ser descalificado de por vida uniéndose a otros que por su extraño o mal aspecto nos negamos a tomar. También aquí surge la tópica frase: “Si no lo has probado ¿cómo puedes decir que no te gusta”, que, aunque lleve algo de razón, no deja de ser irritante y de mal gusto, como la mayoría de las frases tópicas.

Tengo la costumbre de leer mientras como. Está mal hecho y no lo digo por convencionalismo absurdo, ni nada por el estilo, sino porque eso me obliga a comer mirando oblicuamente al plato y la ingesta de los alimentos se hace más forzada y menos natural. Es posible que éste sea el indicio posiblemente sintomático de mis crónicos dolores ventrales.

Al comer ante desconocidos se extreman las precauciones y se intentan cumplir lo mejor posible las normas del código comensal. Imposible. Contra más atención se pone más se acentúan los errores. Es algo normal. Un error desaparece si nos olvidamos de él; andando el tiempo, éste desaparecerá por sí solo, seguro.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Bostezos


España es célebre por sus bostezos. Viajeros alemanes que recorrieron España en el siglo XVI, han dejado en sus memorias el recuerdo de los terribles bostezos españoles, bostezos de longaniza y pan, bostezos de buzón, bostezos de leones en desuso y asueto.

Es célebre el bostezo español ante las Pirámides, y es también célebre el bostezo de Felipe II después de haber ejecutado a más de trescientos hombres en la Plaza Mayor.

Se conocen otros bostezos célebres: el bostezo de Napoleón en Santa Elena, el bostezo de Dios al séptimo día, el de Dante cuando acabó la “Divina Comedia”.

Pero los bostezos de España siempre serán los de mejor clase, bostezos de hambre de sopas de ajo, bostezos de hambre de un mendrugo siquiera, bostezo de preso a cadena perpetua, bostezo de un aficionado a las corridas, bostezo de periodista.

El bostezo sostenido de los españoles es un bostezo que asombra a los públicos europeos, que nos tienen por Gayarres y Titas Rufos indiscutibles de los bostezos.

Tan de España son los bostezos, que el papamoscas de Burgos es un simbólico bostezador incesante y los místicos españoles son los que bostezan más en el mundo con el bostezo dirigido al cielo.
Hay bostezos que se dirigen con hambre a las estrellas y otros que surgen en cualquier momento y que amenazan la inspiración.

Los bostezos de los trenes se tragan el poco paisaje y brotan estentóreos y terribles en los coches de tercera cuando los que estaban dormidos se despiertan ya en el amanecer, próximos al punto de destino. Un extranjero que viajase entre esos energúmenos del bostezo se quedaría asustado y empavorecido como si hubiese entrado en la jaula de las panteras que lanzan bostezos parecidos guiñando un ojo con gesto de humanidad.

-El bostezo es la flor de la pereza -dijo aquél.

Así como existe el ectoplasma, como producto que se desprende del individuo, hay otra sustancia extoplasmática que se convierte en nubecillas flotantes y campantes, y que lanzan los bostezos al espacio. Muchas nubes solitarias e inexplicables de las tardes de los días de bostezos, son hijas del bostezador descomunal.

En la Edad Media hubo muchas personas que murieron por bostezarse echando el alma por la boca en su fiero desahogo. Por los bostezos terribles de entonces, verdaderos bostezos catedralicios, se abría a veces la boca y se quedaba abierta como para siempre, descuajeringada como cajón que no se puede cerrar.

Ante aquel peligro de los bostezos, que desgoznaban la boca o arrojaban el último soplo a los espacios, se acostumbró la gente a hacer la señal de la cruz sobre la boca entreabierta.

Entonces no existía el silbido ni el pateo en las demostraciones hostiles, sino que todos se ponían a bostezar para demostrar su desagrado. ¡Qué bostezos los de la castellana cuando la poesía del trovador no era entretenida! Conmovían el castillo como si hubiera agrandado su paterna la dinamita.


Pero ningún bostezo en las antologías de los célebres bostezos como el bostezo del fraile, bostezo solo comparable al que hace su capucha a la espalda, bostezo profundo, anonadador, nirvanático de todas las cosas.

El bostezo del fraile es que vuelve a ser un bostezo antiguo, un bostezo de la Edad Media, de aquellos en cuya sima cabía un cabrito asado entero.

Gracias a que la persignación eficaz de un fraile es candado formidable de su bostezo, y gracias a eso los demonios no podrán entrarle en el cuerpo aprovechando ese momento que pilla al ánima descuidada y con el portalón abierto.

Algo de sermón abortado tienen esos bostezos, en los que se escapa una gran bocanada de elocuencia sagrada, tan mezclada de latines, que se convierten esos bostezos en “bostezorum”.

Los bostezos femeninos son también de la misma progenie que los masculinos. El abanico era antaño, sobre todo, y aún lo es en los pueblos como San Juan de los Bostezos, la tapadera de los bostezos, tapadera que les viene chica a veces, y por eso se inventaron los célebres abanicos pericones.

El bostezo natural (no confundirlo con el bostezo artificial que crean los dentistas en todos sus clientes), tiene una fuerza de atracción atroz, y hay momentos en que una habitación entera se hunde en la vorágine del bostezo imantado.

Esta absorbencia de los bostezos, en donde es más pavorosa, es en la Naturaleza, pues un terremoto es un verdadero bostezo de la Tierra, bostezo inmenso, sin fin.

Todo corre peligro frente a ciertos bostezos: el cuadro de ese antepasado que da tanto sueño y hasta la lámpara del comedor cuando se suceden en ininterrumpida serie los bostezos de después de cenar, los terribles bostezos de la sobremesa, en que todo circunverge a la boca, que se dispara sobre sus goznes.

Ramón Gómez de la Serna